miércoles, 31 de diciembre de 2008

Expectations.

- Puedo besarte.

- Solo si no vuelves a preguntarlo.

Friedrich.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Invierno + 1.

Mis críticos zarandean
constantemente como
ortigas en la lluvia.


Friedrich

Invierno.

Dos nubes que se besan
se dieron la vuelta
para mirarse.


Friedrich.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Otra noche mas en el bingo.

Pero pasemos. Pasemos a Saturno. Saturno al igual que nuestra luna, cuando se les mira a través de las lentes de aumento, impresionan al profano de una forma que el científico debe instintivamente deplorar y rechazar. Ningún hecho, ninguna cifra, ningún aumento, pueden explicar la irrazonable sensación de inquietud que produce la vista de este planeta en el espíritu del observador. Saturno es un viviente símbolo de tristeza, de morbidez, de desastre, de fatalidad. Su tinte lechoso hace pensar inevitablemente en las tripas, en la gris materia muerta de los órganos vulnerables y seceretos, en las enfermedades repugnantes, en los tubos de ensayo, en las especies de laboratorio, en el catarro, en las mucosidades, en el ectoplasma, en las sombras melancólicas, en los fenómenos mórbidos, en la guerra entre los íncubos y súcubos, en la esterilidad, la anemia, la indecisión, el derrotismo, el estreñimiento, en las antitoxinas, en las malas novelas, en la hernia, en la meningitis, en las leyes que son letra muerta, en la burocracia, en las condiciones de vida de la clase obrera, en el trabajo en serie, reuniones de Apostolado Cristiano, en las sesiones de espiritismo, en los poetas como T.S Elliot, en los fanáticos como Alexandre Dowie, en las curanderas como Mary Baker Eddy, en los estadistas como Chamberlain, en triviales fatalidades como la de resbalar en una piel de plátano y romperse el cráneo, la de soñar en días mejores y dejarse aplastar por dos camiones, la de ahogarse en una bañera, la de matar por accidente al mejor amigo, la de morir de hipo en vez de perecer en el campo de batalla, y así hasta el infinito. Saturno es maléfico a fuerza de inercia. Su anillo, que es tan delgado que apenas pesa, según los sabios, es una alianza que significa muerte o desgracia libre de todo significado. Saturno, sea lo que sea para el astrónomo, es el signo de una absurda fatalidad a los ojos del hombre de la calle. Éste lo lleva en su corazón porque su vida entera, desprovista como está de significado, se refugia en este último simbolo, capaz de darle el golpe de gracia, en el caso de que todo lo demás no pudiera hacerlo. Saturno es la vida en suspenso, no la verdadera muerte sino la ausencia de muerte, o sea la incapaciad de morir. Saturno es como un hueso muerto en la oreja, doble mastoide del alma. Saturno es como un cartel mural pegado al revés y embadurnado con esa pasta catarral que los tapiceros consideran indispensable en su oficio. Saturno es una enorme aglomeración de esas flemas de apariencia siniestra que se expulsan por la mañana después de haber fumado la víspera varios paquetes de tabaco. Saturno es postergación, que se manifiesta como una realización de sí mismo. Saturno es duda, perplejidad, el hecho por amor al hecho, el escepticismo y principalmente la falta de misticismo. Saturno es la exudación diabólica del saber por el saber, la congelada niebla de esa incesante búsqueda que se apodera del monomaniático porque no conoce ni acepta otra cosa que la melancolía; nada en su propia salsa. Saturno es el símbolo de todos los agüeros y supersticiones, la consoladora prueba de la divina entropía, consoladora porque si fuese cierto que el universo camina hacia su destrucción, Saturno se hubiera derretido hace ya tiempo. Saturno es tan eterno como el temor y la irresolución, mas lechoso, mas nebuloso en cada compromiso, en cada capitulación. Las almas tímidas reclaman a Saturno, como los niños piden aceite de ricino que tenga buen sabor. Saturno nos da únicamente lo que le pedimos, ni un gramo mas. Saturno es la blanca esperanza de la raza blanca; esta raza de interminables charlatanes que no cesan de alabar las maravillas de la naturaleza y dedica su tiempo a destruir la mas grande maravilla de todas: el HOMBRE. Saturno es el impostor estelar que se erige en gran cosmócrata del destino, Monseiur de París, verdugo automático de un mundo destruido por la indeferencia. Dejemos a los cielos cantar su gloria, este globo linfático de duda y de aburrimiento nunca dejará de proyectar sus rayos de inanimada tristeza.
Ésta es la fotografía emotiva de un planeta cuya influencia heterodoxa pesa aún con fuerza en la conciencia casi extinguida del hombre. Es el espectáculo mas descorazonador de los cielos. Corresponde a todas las imágenes de cobardía concebidas por el corazón humano; es el único depósito de todas las desesperanzas y derrotas en las que ha sucumbido la raza humana desde tiempo inmemorial. Únicamente se hará invisible el día en que el hombre lo haya sacado de su conciencia.


Friedrich.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Roma.

Un día de marzo; los árboles aún desnudos;los
platanos esperan
con paciencia el fervor verde de las hojas.
Santuarios llenos de polvo; el cinabrio y el ocre, el
siena y el burdeos,
extensas manchas de canela.
¿Por qué dejamos de hablar?
En el palacio Barberini ni un bello Narciso fija los ojos
en su propia cara,
muerta.
Ciudad de bronce que repite sin descanso: mi
dispiace.
Ciudad de bronce a la que vienen dioses griegos
cansados
como funcionarios de provincias.
Hoy quisiera ver tus ojos sin ira.
Ciudad de bronce creciendo en las colinas.
Los poemas son breves tragedias, transportables
como transistores.
Pablo yace en el suelo, es de noche,
antorchas y olor a brea.
En los cafés rápidas miradas, alguien grita, en la
mesa un montoncito de monedas.
¿Por que sí? ¿Por qué no?
En el estruendo de los coches y scooters, en el
estruendo de los acontecimientos.
La poesía desaparece a menudo y solo
quedan cerillas.
Sobre el Tíber corren niños con ridículas capas
colegiales
de principios de siglo;
al lado de cámaras y focos. Corren por una película,
no por ti.
David se avergüenza de haber
asesinado a Goliat
Perdóname mi silencio. Perdóname tu silencio.
Una ciudad llena de estatuas; solo
cantas las fuentes.
Se aproxima la Navidad, pronto los paganos
entrarán en las iglesias.
Via Giulia: las flores de magnolia guardan
su secreto.
Por un minuto de luz pagas casi quinientas liras que
echas
a la caja negra.
Nos encontramos en la Piazza Navona, si quieres,
claro.
Mateo sigue preguntándose: ¿fui llamado realmente
para convertirme en hombre?


Friedrich.

viernes, 21 de noviembre de 2008

6

I just wanna be in my own New England.


Friedrich

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Henri Beyle y yo ante una misma realidad.

[...]Cuánto pudimos pasear en aquellos días. Recorrimos Venecia por todos sus canales. Le enseñé su pintura, le conté su historia. Compramos bellísimos objetos para llevar como si fuésemos una parejita de jóvenes burgueses en su viaje de novios. Estaba fascinada con la ciudad. Por las noches después de cenar, solíamos acudir o bien al Florian o bien al Quadri, a beber unas copas mientras las orquestinas tocaban sentimentales melodías. Una noche de pronto me sentí melancólico.
-¿Sabes? -le dije-. Cierta vez,aquí mismo, en esta misma terraza... pensé que era lugar perfecto para suicidarse. Aquí. Unos somníferos, y el alcohol. Y, poco a poco, suavemente, desvanecerse esta belleza.
Me miró con cierta perplejidad. Me sonrió. Pero había algo en su sonrisa que yo nunca gabía visto, como un súbito distanciarse protector, que custiodase su alegría impidiéndole cualquier referencia que pudiera entenebrecerla.
-Odio la muerte -me dijo. Su tono era frío.
Era algo que yo había pensado en algunas ocasiones. Y acaso hubiera debido consumarlo con ella. Si, envenenarla. Hubiésemos desaparecido de este mundo como dos ángeles en un vuelo majestuoso: despreciando nuestra época y lo que ésta engordaba en su matriz. A vece le hablaba sobre lo que había sido nuestra vida, recordaba ante ella mi juventud. Pero en realidad eran monólogos que supongo que con dificultad podía entender. Ella no había vivido el mundo de antes de la guerra. Había nacido el mismo año en que la gentuza derrocó a Nicolás. Yo ya había matado antes de que ella abriera los ojos al mundo. De cualquier forma, lo que yo buscaba, ¿acaso no era precisamente esa salvaje fuerza ignorante,donde bañarme en ese Leteo y olvidar?
-Mira el Florian -le dije-. El resplandor dorado de sus puertas. Deberías verlo sobre todo en invierno, en una de esas noches de lluvia y niebla, cuando Venecia se muestra a sus mejores hijos como un ectoplasma de desolada grandeza. El resplandor dorado de las puertas del Florian, la perfección de sus líneas, lo airoso de sus techos y lámparas, la exquisita decoración, rojos aterciopelados y oro viejo, las pinturas que cubren sus paredes y que firmaron Casa y Carlini en 1850, cuando Ludovico Cadorín realizó las modificaciones que aún perduran, la suntuosidad de unos camareros que parecen salidos, prestancia y sabiduría, del óleo que dedicó en 1912 Italico Brass a este lugar insólito. Hay quizás un té mejor, en la Antica Offeleria della Meneghina en Vicenza; unos cubitos de hielo de medida mas ajustada, el Dante de Verona, el Meletti de Ascoli Piceno; unas pastas mas elaboradas: las del romanengo en Génova, las del Camparino de Milán; y, ¡por todos los dioses!, unos asientos mas confortables, el Charleston-Mazzara de Palermo donde tantos buenos ratos he pasado. Ah, Sicilia... Pero nadie sabe por qué el Florian es el Florian, y ningún otro café puede superarlo en su extraña, sombría y elegante agonía. Mas de doscientos años de existencia acreditan que generación tras generación, ninguna se ha resistido a su encanto.
>>Lo fundó en 1720 un tal Floriano Francersconi que pintó en su muestra un rimbombante Venezia triunfante que la finura de los venecianos no tardó en olvidar prefiriendo un El café de Florian que ha perdurado. En sus divanes se han sentado, han escrito, han amado, personajes como Casanova, Gozzi, Foscolo, Lord Byron, Canova, Verdi, Goethe, Ruskin, Browning, algún futuro papa, Wagner, Silvio Pellico, que lo recordó en sus Prisiones, y toda la larga, o ocaso no tan larga, lista de finos segundones, cortesanas, artistas y locos que constituyen lo mejor de cada época. El único lujo. Un ejemplo tan solo: cierta noche entré, como tengo por costumbre, al Florian para beber la última copa antes de retirarme. Era una noche de niebla y la ciudad tenía la suavidad de un muslo adolescente. Hacía frío, aunque no demasiado. Poca gente en el Florian. Me senté en el último saloncito a la derecha. Al fondo había un par de mesas ocupadas. Entró un matrimonio francés, acaso suizo, con un perro espléndido. Pidieron unos pastelitos. Después de haberles servido, el camarero volvió con una escudilla de plata llena de agua y la dispuso junto al perro.
>>Eso es el Florian.
>>Y esa altura de vuelo no se improvisa. Es como los ojos de los niños limpiabotas de Estanbul. Como los cuerpos del Ganges. Saber que el fin del mundo no es, no puede ser, sino la vana repetición de otras desventuras ya presenciadas y jamás con un interés superior al de un servicio crepuscular y perfecto. Se trata simplemente de no dejar que la realidad perturbe una determinada idea de la vida. Así, los camareros del Florian se saben depositarios de una memoria radiante donde Lord Byron avanza enmascarado seguido por su corte de enanos , putas de Damasco y desterrados y suicidas y sodomiza a su criado para poder tener, según decía, la única virginidad del siglo; donde Casanova desnuda sobre los relámpagos del salón privé a dos condesas y un obispo, y se hace servir por éste mientras las dos hermosas maúllan a sus pies como gatas siamesas; donde Ruskin entra despavorido tras presenciar un asesinato a pocos metros de la puerta y de improviso sonríe porque comprende que esa sangre vertida embellecerá la Piazza; donde Browning contempla su rostro en el cristal que cubre una de las pinturas y se ve muerto, conducido por una góndola funeraria hasta San Michele, como así sería y habría de recordarlo un célebre grabado; donde Garibaldi sueña en una mesa con el sol de Sicilia; donde Wagner lleva sus gatos a que se afilen las uñas en los granates de la tapicería.
>>Si, todo eso es el Florian. Restos de la locura, ruinas de la grandeza y de la libertad, espejo empañado de los hermosísimos gestos de unos seres excepcionales que dieron esplendor a la vida.
>>Todo eso, o, mejor, sus cenizas, es lo que ofrece el Florian. Y por eso merece que ciertas noches de Venecia tengan su barra como último paisaje. Es una luz del fin del mundo. Y allí, beber en nombre de todo lo que fue, beber por su maldito y condenado silencio de cementerio. Porque, también hay que decirlo, yo jamás he bebido con alegría en el Florian. No se puede beber en un museo. Y el alcohol y la noche regalan a sus hijos un brillo lunar de desesperación que necesita verse en otros espejos. Entonces, si lo que uno desea es beber, ver pasar al destino y sonreírle, dejar que los ojos y el cuerpo vayan adquiriendo con la madrugada esa calidad de bolero que lo hacen tan apreciable para coleccionistas y mujeres, entonces no encamina sus pasos al Florian, esa maravilla que agoniza en la plaza mas bella del mundo. Sino que pasea lentamente junto a las aguas, siente cómo se hunde lentamente una ciudad que fue orgullosa, grande, cima de sabiduría, poder y sentido del equilibrio. Y se detiene en cualquier taberna con emparrado y pide pescado y vino.
>>Pero si después, sobre todo en invierno, cuando la niebla cubre la ciudad y ya no hay turistas; si después uno ve que sus pasos lo llevan hacia la Piazza y, de pronto, como mariposas de oro en la niebla, contempla deslumbrado las puertas del Florian, entonces debe entrar, palpar la soledad y pedir una copa en homenaje a todos aquellos que a lo largo del tiempo fueron llenando la historia de este café con su gloria y su desprecio.
De pronto me di cuenta de que estaba hablando solo, estaba escuchándome a mí mismo. Ella miraba a la gente, bebía, me sonreía, pero era como si mis recuerdos fueran un cuento que a ella no le interesara demasiado. Y acaso llevaba razón. En un mundo que se desmoronaba, ¿qué podía importar si Byron o si Casanova o si los camareros del Florian disponían de una escudilla de plata para un perro? Todo el mundo miraba hacia un futuro que no veía, y el pasado era solo eso... pasado, algo de muerto y que muy pronto terminarían de enterrar los escombros de la nueva guerra que todos presentíamos-
Pero ella, si, era algo real, estaba allí, ante mi, luminosa, espléndida, decidida a vivir. Era la vida misma, su fuerza misteriosa e inagotable. Miré su boca que siempre me excitaba, la belleza de sus piernas morenas, la luminosidad de sus ojos y su piel, la inminencia perpetua del placer, esa alegría donde perderme, ese ser yo, sin nombre, sin pasado, un pedazo de carne palpitante y gozosa.
Una mañana estábamos paseando cerca del Campo San Filippo e Giacomo cuando ella se detuvo ante el escaparate de una librería. Había una exposición de libros junto a un cartel muy atractivo. Ella dio un gritito:
-¡Pero si eres tú! Exclamó alborozada.
Miré. Si. Era un libro que yo había escrito, una especie de memorias de juventud. Había varios volúmenes apilados y junto a ellos una fotografía mía, en un bosque nevado, junto al zar (supongo que fue tomada durante una cacería). Un letrero junto a los libros exponía: Ida y vuelta.
-¡Eres tú! ¡Eres tú! -exclamaba.
Es curioso. La idea de que yo fuera escritor -de que hubiese escrito un libro- la excitó. Poco después,mientras descansábamos en la terraza del Quadri, me miró de pronto con esa expresión suya tan juguetona y coqueta, que tanto me enervaba, y me dijo:
-Quiero correrme.
La miré atónito, pero muy excitado también.
-He dicho que quiero correrme. Aquí y ahora.
La miré fijamente. Era como si ella me hipnotizase. La idea de que se corriera allí mismo, en aquel momento, me excitó, muchísimo.
-Acaríciame-me dijo. Y puso esos labios de niña mimada que me provocan aún en el recuerdo el mas profundo estremecimiento.
Acerqué mi sillón al suyo, y metí mi mano bajo su vestido. Noté el frescor de sus muslos, la abisal diferencia con el tacto de las medias.
-No llevo bragas -me dijo. Y sonrió.
Y era verdad. Mis dedos tocaban ese nido que tanto amaba, sedoso, caliente. Ella separó un poco sus piernas. Mis dedos tocaron su sexo. Estaba muy mojado. Mientras tanto me miraba.
-Sigue -me dijo-. No lo va a notar nadie.
Esa clandestinidad me excitó aún mas. Empecé a acariciar con mi dedo corazón aquella hendidura caliente. Noté como se endurecía su clítoris. Ella hizo un leve movimiento para sentarse mejor, y apretó mi mano con sus muslos.
El sol se ponía, y San Marcos parecía de oro. Pasaron junto a nosotros unas damas y unos escuadristas, con sus uniformes un tanto chabacanos. Un camarero, en la puerta del Quadri, pareció darse cuenta de lo que estábamos haciendo. Miró hacia otro lado. Mientras tanto, ella iba entrando en un largo, silencioso e inmóvil orgasmo que yo muy bien percibía por sus contracciones sobre mi dedo y por el aumento de flujo en su vagina. Fue un orgasmo lento, sublime. Noté cómo iba subiendo en intensidad al tiempo que la luz del día iba desvaneciéndose sobre la Piazza. La visión de su rostro, aqeul atardecer, es de las imágenes mas nobles e imperecederas que guarda mi memoria. Cuando se hubo corrido, se dejó resbalar sobre su sillón, tomó delicadamente mi mano y la llevó a sus labios, chupó mis dedos mojados y cerrando los ojos reclinó su cabeza sobre el respaldo del sillón de mimbre. Las luces de la Piazza iban con su resplandor modificando las líneas de aquel rostro fantástico, como la luz que mueve las sombras sobre una estatua. Parecía un animal en paz, descansando, feliz, colmado y calmado. La belleza de la Basílica parecía fundirse con su orgasmo convirtiendo aquel anochecer en algo inefable. Sentí la grandeza.



Friedrich.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Sin manos.

Todo lo que veo es lo que
veo.
El rojo fuego del ocaso.


Friedrich

jueves, 30 de octubre de 2008

Dos ciudades.

¿Qué lleva a un hombre a enloquecer por una mujer? Nunca lo sabremos. Es algo tan misterioso como la perfección de la belleza de una concha marina, como la fragancia de la lluvia. Hemos visto caer reinos por una mujer, acaso menos bella que otras cortesanas que vivieron incógnitas. No enloquecemos por la mas hermosa, pero una mirada de esos ojos que nos hipnotizan vale mas que una corona. Tampoco son los secretos del placer, con ser mucho el que se obtiene de ese cuerpo, de esos ojos, esa mirada, de saber que esos suspiros son por los transportes que uno lleva a su carne. El mas limitado razonamiento nos llevaría a considerar que comparables goces se encontrarían con otra hembra hermosa, y sin que ello arrasara nuestra suerte. Pero no. De pronto una mujer, ni la mas hermosa, ni la mas inteligente, ni la mas sensible, se cruza en nuestro camino, y un temblor de esa carne nos exalta como para que rindamos a su encanto -ante ese encanto, y no otro- toda nuestra fortuna. Nunca sabemos por qué somos tan poco racionales. Pero hay ocasiones en que una criatura fastuosa espadaña ante nosotros un esplendor que además solo nosotros captamos en esa intensidad, y todos nuestros minutos dependen ya de ella, de conseguir... ¿que? Acaso nada... Porque jamás logramos hacerla completamente nosotros, yo. Es una lucha que no tiene fin y que suele llevar al desastre. Es la contemplación de una imagen mutilada, como aquella de El amor y Psiquis de Canova que se truncó en el incendio de Arkhangelskoy, deslumbrante, aún rota, entre los restos del incendio.
Aquel día fuimos a comer cerca de Biarritz, a un paraje junto al Nive. El día era espléndido, como si quisiera acompañar con su belleza, con su placidez, el milagro de aquella relación que acababa de nacer. Comimos bajo los árboles, y mi fiel criado se esmeró en preparar una cesta suculenta.
Su encanto era irresistible. Su pelo oscuro que el viento movía sobre su frente, la piel dorada, sus ojos verdes turbios como esmeraldas. Esa turbiedad acaso fuera una de las esencias de su fascinación. Nunca podría saber con ella si me acompañaría hasta la muerte o si me abandonaría hasta en la puerta del primer hotel, o si en el fondo de su aventura espléndida guardaba la fortaleza suficiente como para bailar como un derviche sobre mis despojos una vez que me hubiera sacado el alma. No había amor en sus ojos, era otra cosa: fiebre. Acaso no había amor en su corazón. Pero era tan fuerte su destino, el movimiento de su vida, su ansia de futuro, su encarnación del juego y la alegría, su vigor, su insolencia, su devastación... el aturdimiento de esa fiebre...
Esos ojos me embrujaban. Lo que pudiera haber tras el iris de esa belleza pertenecía a los dominios del Bacilisco. Eran las antorchas que vio Propercio en los ojos de Cintia. Yo miraba su boca, me excitaban aquellos dientes no demasiado regulares. Nunca se insistirá bastante, ay, en la importancia que para una notable erección tiene una dentadura imperfecta, incluso, en ocasiones de una perversión acentuada, ciertos aparatos de corrección dental. Basta decir que una dentadura perfecta, regular, no excita nada. Algo parecido me ha sucedido siempre con las gafas, aunque esto ya con mujeres mas hechas que ella. Elemento esencial para aplacar a los fantasmas de cada cual: quien haya gozado lo que el gran Vatsyayana denominó "pulimento" y "absorción", realizados por una linda cara con gafas, no ha podido olvidarlo. Como el aloe, expulsa la melancolía del alma.
Después de comer sentí crecer de nuevo en mí su ansia por gozar. Me bastaba mirarla para sentir mi verga crecer, casi jadear. Era algo que no me había sucedido nunca, ni aun en aquella perdida juventud en que prácticamente está uno todo el día en estado de gracia. Con frecuencia yo debía recurrir a mis sueños para excitar con ellos mis sentidos, a veces incluso recurrir a alguna representación: mas de una vez he sido Rodolfo y ella Mimí, susurrándole "Che gelida manina" al tiempo que llevaba la suya hasta empuñar mi miembro; a cuántas he amado adjudicándoles en la oscuridad de mis ojos un rostro obsesionante mientras mi polla entraba y salía de una carne anónima a la que solo pedía su misterioso tacto como de algas marinas. Cada cual se corre como puede; yo creo haberlo hecho hasta de Sparafucile. Pero con ella era diferente: me bastaba mirarla, la deseaba cada segundo, hubiera podido muy bien morir jodiendo.


Friedrich.

martes, 7 de octubre de 2008

Enhorabuena.

MIENTRAS TÚ DUERMES

A Joana

En la plaza humillada por la lluvia
miro la alta ventana iluminada
que no quiero perder: no he de rendirme
a la condena de la vida.
Este no es ni un lugar de la ciudad:
nadie en los bancos y, sobre la arena,
los charcos que reflejan
la luz del rótulo del hospital.
El cristal de las puertas automáticas,
que la luz del vestíbulo ilumina,
de vez en cuando se abre y deja paso
a una oscura figura rutinaria.
Unas muletas cruzan,
invisibles, la calle y se aproximan
a uno de los coches aparcados,
el nuestro, en el que iremos en silencio
bajo la lluvia hacia el dolor futuro.
Tu calidez ha sido tan efímera.
Triste felicidad la de esta calma
mientras recuerdo
cuando tú y yo teníamos mañanas
que nos guardaban las miradas.
Tenía tanto miedo
a tener que dejarte sola un día.
Por débil y pequeña que la luz
sea en la oscuridad, es mi consuelo:
no habrá más desamparo ya que el mío.

Joan Margarit.


Enhorabuena Maestro.


Friedrich

sábado, 4 de octubre de 2008

¿Un lugar vacio?

El profesor Kant
pasea por su querida Lorenzstrasse
de repente deja de pasear
y regresa rápido a casa

no es la lluvia
frecuente en Konisgsberg en esta época del año
sino un pensamiento
que quiere anotar rápidamente:
el hombre no es un objeto, es decir algo que pueda ser utilizado
solo como medio, sino que tiene que ser entendido en todas sus
acciones como un fin en si mismo.


Observa el vuelo de un pájaro
hay un momento en el que se olvida de todo
algo lo exalta

cuidado con la acera, resbala, profesor
vaya mas despacio

San Agustín:
después volví a caer hacia las cosas de este mundo, llorando.


Friedrich.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Estocolmo, Brighton, Miami.

El camino
cuando lo dejas atrás
desaparece a tus espaldas
deja de existir

la geografía es una noción subjetiva
una especie de acuerdo.



Friedrich.

lunes, 15 de septiembre de 2008

s/t.

Ayer soñé con Cristo
estaba cansado dijo
a lo que hemos llegado cuesta encontrar
un vaso de agua limpia.


Friedrich.

lunes, 8 de septiembre de 2008

En Beverly Hills no tiran la basura, la convierten en televisión.

[...] Pobre. No estaba yo equivocado por entonces al suponer que su relación terminaría mal. Era excesiva. Ni estaba en su sitio la historia ni las proporciones eran adecuadas. Pero probablemente la desmesura de su pasión era algo innato a su alma rusa, un alma grande que precisaba de extraordinarios efectos. Creo que por eso precisó matar con sus propias manos al odioso Rasputín, en vez de mandar que lo mataran unos profesionales. En Italia hubiera sido de otra forma. Pero él necesitaba vivir sobre la lava. Necesitaba que todo encajase, que todo tuviera un sentido y que además éste fuera grandioso.

Querer comprender el mundo… Ese esfuerzo inútil me recuerda siempre la imagen de la princesa, aquella tarde, en las caballerizas de Santa Margherita, cuando trató de chupársela al caballo. Lo único que consigue uno es atragantarse. Quizás a alguno ese asfixiarse le deparase cierto placer, pero al final se queda sin conseguir nada y la verga del bruto a su vez queda allí, colgando, lejana, sin sentido. La vida hay que dejarla ir, no tratar de desesperarse en conocer su secreto; es mas civilizado gozar sus encantos sin pretensiones vanas. Pero esa imagen de mi querida princesa y su caballo me alegra siempre mucho la memoria. Era una tarde de verano, justo días antes dela Marcha sobre Roma de nuestros héroes de opereta. La princesa había organizado una magnífica velada para unos pocos e íntimos amigos, y al fin nos habíamos quedado solos, con esa agradable laxitud que inunda unos sentidos bien adiestrados tras una inolvidable reunión de gente que se estima. La princesa y yo habíamos mantenido esporádicas relaciones desde que ella fuese una niña. Aquella tarde, cuando al fin nos quedamos solos, inmersos en un calor que nos hacía sudar y, de cierta forma, excitante, me llevó de la mano a aquel dormitorio suyo donde una fresca brisa estremecía las finísimas cortinas. Se recostó en la cama, con el mismo aire que tanto adoré yo a sus trece años, y me dijo:
-Quiero me violes.
-Querida –le dije-, a estas alturas de nuestra vida resulta imposible.
-Quiero que me violes. Quiero sentir como si un enorme falo me empalase y me matara.
-Siento –le dije- que las normales proporciones del mío impidan ese alarde sublime. Puedo meterte dieciocho centímetros, si no ha menguado desde la última vez que lo midieron en Ischia.
-Quiero sentir como si me desgarrasen.
-Qué obsesión, querida –le dije-. De cualquier forma estoy a tu servicio. El tuyo y el de la Sangre de San Pedro son mis mas estimulantes vinculaciones celestiales.
-Ponte este aparato que me han traido de Londres –dijo.
Me alarmó un poco su petición, pero no dudé de que sería algo espléndido. María Luisa saco de una caja preciosa un enorme pene fabricado en un raro material semiduro, que yo debía ponerme enfundando el mío, y que me proporcionaba una aunque vicaria soberbia erección de treinta y cinco centímetros.
-¿Tendrás bastante? –le dije.
-Clávamela y hazme daño –suspiró-. Clávamelo, ensártame.
-Espero que no se suelte y se te quede dentro.
-¡Bestia! –exclamó-. ¡Métemelo hasta el fondo!
La princesa se tumbó en la cama, levantó su vestido dejando al descubierto aquel vientre, aquellos muslos, aquel coño cobrizo donde yo tan feliz había sido a lo largo de todas sus edades, y abrió los muslos. Con los dedos descubrió los labios de su sexo. Lo miré. Estaba rojo, brillaba de humedad.
-¡Venga, venga! ¡Ensártame! ¡Venga, clávamela ya! –suspiró.
Puse aquella pieza descomunal en la entrada de su relicario y empujé despacio.
-¡Fuerte, fuerte, fuerte! ¡Clávamela ya, destrózame, sácame las tripas! exclamó ella.
Fui metiendo aquella monstruosidad de treinta y cinco centrímetros de eslora y nadie sabe qué disparate de manga, y empujé. Me divertía la situación. El material era tan duro que yo no podía sentir nada en mi miembro. Pero eso que yo llevaba saliendo de mi cuerpo era la cima de la voluptuosidad de mi joven amiga. La princesa se tragó como si fuera arenas movedizas los treinta y cinco centímetros. He comprobado en otras ocasiones que tampoco fue un récord; en Berlín vi mujeres que se alojaban en ese encanto el puño y parte del brazo de un estibador. Pero aquella situación con mi adorable princesa me llenaba de un gozo extraordinario. Ella, conforme yo me movía, iba entrando en un paroxismo estremecedor.
-¡Si, si, si,si, si, dale! ¡Oh bestia, me corro! ¡Dale! ¡Mas fuerte! ¡Mátame! ¡Mátame! –gritaba.

En elmomento de correrse, la princesa dio un bramido, pegó con su nuca contra la cama y se agarró con todas sus fuerzas al falo bestial como si quisiera metérselo aún mas. Por un instante pensé que verdaderamente iba a destriparse. Dejó de sacudirse y se quedo como muerta sobre el lecho. Suspiró.
-Es maravilloso. Maravilloso.
-Bueno –le dije, en cuanto me recuperé un poco-, me siento muy dichoso de que hayas encontrado tu felicidad, pero debes considerar que la prueba a que me has sometido no ha dejado de inquietar mi ánimo. Quiero decir con ello, querida mía, que en este momento sineto como un aluvión de esperma que me está quemando los testículos, los riñones y regiones vecinas. Así que mucho te agradecería que procuraras aliviarme esta congestión.
La princesa sonrió, se sacó aquel tronco, que al salir hizo un ruido caldoso, como el que arranca una ventosa, salpicó el aire con el fruto de su placer, y me besó ardientemente.
-Si, mi amor. Lo que tú quieras.
Y empezó a juguetear con mi sexo. Siempre le había gustado mucho retozar con mi verga. Cuando era niña hasta lo pintaba de colores, o le preparaba vestiditos , imaguinaba historias donde él era el protagonista. A veces lo acurrucaba entrte sus pechos como si fuera un niño al que debía dormir, arrullándolo. De improviso, me miró. Frunció el ceño y tomando aquel prodigioso artefacto londinense, me dijo:
-¿Por qué no me dejas que te lo meta por el culo?
-Oh, no, querida, no dudo de que también por ese orificio hay un verdadero Edén, pero de momento no he acabado de saciarme con los que pudiéramos llamar, si es que eso quiere decir algo, placeres naturales de mi sexo. Prefiero sin duda que me la chupes. Además, para probar ese bicho con alguien, siempre puedes llamar a algún criado.
La princesa me entretuvo con una mamada histórica. Desde luego, tuvo que trabajar muy poco, pues a poco de metérsela en la boca, con aquella forma tan peculiar suya que parecía que iba a arrancarte hasta las ingles, me corrí feliz y abundantemente.
-Qué delicia tener una buena polla en la boca –dijo-. No hay sabor como ése, me confesó el cardenal Claramonti y llevaba razón.
-Lástima que no fabriquen artilugios como ese que te han regalado y que sirvan para una buena mamada. Supongo que no serían tan efectivos como los del coño, claro, siempre serían pobres al paladar. La calidad de la polla enimitable, querida.
La princesa me miró pensativa.
-Llevas razón –dijo-. Pero, ven…
Y me condujo a las caballerizas. Allí estaban sus amadísimas corceles, y entre ellos un magnífico jerezano llamado Viento. La princesa empezó a acariciar los genitales del bruto, que se pusdo contento de inmediato. Vi como le crecía una verga rotunda y fabulosa, que ella masturbó hasta que se convirtió en una especie de salchichón gigantesco poco curado que golpeaba contra la barriga del caballo. La princesa trató de chupar aquel tremendo embutido pero no le cabía en la boca.
-El coño distiende, querida –le dije-, pero la boca es poco maleable. Está en Guicciardini.
La princesa se sacó el descomunal falo de su hermosa boca y chorreando por las fauces como aquellas campesinas que devoraban sandías en las fincas de mi padre, haciendo esfuerzos por ajustar sus quijadas, me dijo:
-Mas o menos así debía saber el capullo de Rigoletto –y se echó a reir con aquella carcajada limpia y jubilosa que yo tanto amaba en ella.
Cuantas veces, a lo largo de mi vida, he echado de menos esa risa de la princesa, y a ella misma, su portentosa desvergüenza, su absoluta libertad. Con la princesa jamás había problemas con nada, siempre estaba dispuesta a sacarle a la vida su mejor pedazo. Tuvo amantes en todas las ciudades que merecen la pena. Ninguno guarda un mal recuerdo de ella. Solo su portentosa alegría, su desenfado, su desprecio de la vulgaridad y los prejucios morales. Tenía un coño por alma y la mente mas alerta que he conocido para cuanto fuera desfío estético, intuición de la belleza y persecución de la dicha.

Ella si era la Felicidad.


Friedrich.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Ritorna vincitor.

I just wanna my vodka y que me lleves de paseo en bicicleta.


Carlos.

jueves, 28 de agosto de 2008

El mármol.

Pero cómo comparar a los invitados de aquella fiesta, todo aquel “gran” mundo, ya sin duda tocado del ala… Mis compatriotas deslumbrados por Mussolini y gritando ¡victoria! Con la boca llena de pasta,los rusos plañiendo por su zar, los españoles esperando que algún militar les quitara de encima la República, franceses atemorizados por el ectoplasma del Frente Popular… Todos gastando su dinero a manos llenas, pero mal, sin la menor finura, sin gusto, como el que quema sus cosechas antes de que caigan en manos del enemigo. Y las mujeres… enloquecidas por caer en los brazos de cualquier aventurero, excitadas por la violencia, amantes de bárbaros de camisa negra, o de los nazis, lamiendo botas y correajes como si las arrastrara el viento de la Marcha sobre Roma, el viento del inciendo del Reichstag. No sé… no sé… A lo mejor todo eso es una excitación que me pierdo, pero no me atrae en absoluto. Cómo comparar todo eso a los sublimes gozos de mi época, aquellos burdeles romanos, napolitanos, al enigmático ceremonial de Venecia, a la exquisitez milanesa, a los deleites de París, de Budapest, de Marraquesh. Pero sobre todo, Nápoles, Palermo, Capri, donde todo estaba como velado por una luz de civilización con miles de años de garantía.

Recuerdo una vez en Palermo; yo había ido a la visita anual a nuestras tierras. Era una visita inútil, salvo por la satisfacción de estar en Sicila, porque nuestras fincas gozaban de una perfecta administración. El orden estaba a cargo de Don Caló, un hombre con notable capacidad como apoderado y con dotes de mando. Jamás hubo un error en sus cuentas, y, además, bastaba su sola presencia para dirimir cualquier problema o pleito y calmar en alguna ocasión a algún revoltosillo. Don Caló celebraba siempre mis visitas a Palermo con una cena con música, muy agradable, y después acostumbraba a enviarme a mi casa alguna buena pieza que solía reservar para mi. Aquella vez me dijo, con lo últimos brindis de la cena: “Excelencia, me aceptará que esta noche le proporcione una muy grata sorpresa.” Y me mandó a mis habitaciones media docena de preadolescentes hermosísimas, casi niñas. Yo había soñado siempre con poder tener dos, en casa, acurrucadas a mis pies, desnudas y con una cadena de plata al cuello. Y hasta poder sacarlas a pasear. Animales suntuosas.

Las niñas bailaron ante mi una danza delicadamente sensual que sin duda estaba en su sangre desde antes de la Magna Gracia. Iban disfrazadas de animalillos. Sus risas jugaban con el tintineo de sus pulseras y de los cascabeles de sus tobillos. Que hermosura, qué perfección. No, ahora, ya, seguramente, difícil nos sería poder gozar tan libremente de tal esplendor.

Pero de todas formas, lo que él estaba labrando era otro mármol para otra obra de arte: la del emblema de su vida,la consecución de la Belleza Perfecta. Era la presentación en sociedad de esa escultura bellísima. Y por Dios que aquella noche estaba hermosa como la luna. Aunque yo sea dado a placeres menos tortuosos que los suyos, no pudo dejara de reconocer que algún fundamento existía para su enloquecimiento. Ella estaba resplandeciente con aquella áurea suavidad con que ceñía su carne estremecida. Verdaderamente, a su alrededor todo no parecía sino las sombras de un mundo.



Friedrich.

martes, 12 de agosto de 2008

1,2,3.

I´m so fucking pregnant of fury.


Friedrich.

domingo, 3 de agosto de 2008

Todo sigue igual.

Quería mantenerme fuera del lumpen, quedarme en Malasaña, allí me sentía cómoda, allí me habían salido los dientes, horas y horas sentada en aquellos insoportables bancos de fábrica recubiertos por delgados cojines de gomaespuma, tan ineficaces, bebía vodka con lima, repugnante pero muy femenino, entonces, cuando hice las primeras risas, las primeras borracheras, las primeras vomitonas, allí viví con él todo el tiempo, en un ático enorme, con las vigas al aire, allí seguía viviendo él, uno de los últimos supervivientes, y mi figura formaba ya casi parte del paisaje, allí mis propósitos podían perfectamente pasar desapercibidos, y aún conocía a mucha gente, a casi toda la gente de antes, éramos muchos todavía , aunque muchos también se habían quedado por el camino, y todos comentábamos lo mismo, como había cambiado el barrio, ya no es igual, aunque quizás los únicos que habíamos cambiado éramos nosotros, todos nosotros, diez, doce, quince años después, los estigmas de la edad, clavas, barriguitas, canas, sujetadores debajo de las blusas, arrugas en la cara, cada noche un poco mas profundas, la carne irreparablemente fofa, cada noche un poco mas fofa, pero éramos los mismos, casi los mismos, nos reíamos mucho, todavía, y, en realidad, la plaza seguía igual, las calles, los bares seguían igual, poco mas o menos.


Friedrich.

miércoles, 30 de julio de 2008

Anotando una idea.

Oh si
pasó mucho tiempo
hasta que aprendí a pensar en el hombre
como en el hombre
hasta que decubrí esta forma de pensar
hata que cogí este camino
en esta redentora dirección
y al hablar del hombre o pensando en él
dejé de hacer preguntas
de si es blanco o es negro
anarquista o monárquico
seguidor de la moda o de lo rancio
si es de los nuestros o de los otros
y empecé a preguntar
qué hay en él de humano

y si hay algo

y también pregunté si ser hombre es algo evidente que sucede
por que si o si hay que estar intentándolo todo el tiempo
insistir constantemente despertar en uno mismo el deseo de
ser hombre

y desde entonces empecé a buscarlo
en su especificidad
en su unicidad
quise acercarme
sobre todo acercarme a él en mí
en mi propio interior
deseé que existiera en mí

sin etiquetas señales banderas
sin tomahawk
sin penachos de plumas

que abandonara su puesto de trompetas.



Friedrich.

martes, 29 de julio de 2008

Sufrimiento y culpa.

Solo quienes se cubren con telas toscas
saben acoger
el sufrimiento del otro
compartir su dolor

los vestidos con la resistente coraza del ego
al intuir que sonará un buen lamento
antes ensordecemos
al intuir que veremos la herida y la sangre
antes quedamos ciegos

nos decimos:
el sendero del Gólgota es estrecho
no caben dos personas
todos tienen que ir solos

dicen:
evita al que sufre
aunque no quiera
clavará en ti una espina:
el sentimiento de culpa.


Friedrich.

domingo, 27 de julio de 2008

To jednak ja.

Ese de la fotografía
ese chiquillo de dieciséis años
ése no soy yo.

Ese que camina con dificultad por la calle
ése no soy yo.

Y sin embargo
ese de la fotografía
y ese de la calle
ése soy yo.

Y éste que ahora duda de ello
éste precisamente éste no soy yo.


Friedrich.

lunes, 21 de julio de 2008

Never Gonna Give You Up.

We're no strangers to love
You know the rules and so do I
A full commitment's what I'm thinking of
You wouldn't get this from any other guy

I just wanna tell you how I'm feeling
Gotta make you understand

Never gonna give you up, never gonna let you down
Never gonna run around and desert you
Never gonna make you cry, never gonna say goodbye
Never gonna tell a lie and hurt you

We've known each other for so long
Your heart's been aching but you're too shy to say it
Inside we both know what's been going on
We know the game and we're gonna play it

And if you ask me how I'm feeling
Don't tell me you're too blind to see

Never gonna give you up, never gonna let you down
Never gonna run around and desert you
Never gonna make you cry, never gonna say goodbye
Never gonna tell a lie and hurt you

Never gonna give you up, never gonna let you down
Never gonna run around and desert you
Never gonna make you cry, never gonna say goodbye
Never gonna tell a lie and hurt you

(Ooh give you up)
(Ooh give you up)
(Ooh) never gonna give, never gonna give (give you up)
(Ooh) never gonna give, never gonna give (give you up)

We've known each other for so long
Your heart's been aching but you're too shy to say it
Inside we both know what's been going on
We know the game and we're gonna play it

I just wanna tell you how I'm feeling
Gotta make you understand

Never gonna give you up, never gonna let you down
Never gonna run around and desert you
Never gonna make you cry, never gonna say goodbye
Never gonna tell a lie and hurt you.


Veinte años después la canción escrita por Stock, Aitken & Waterman sigue siendo una canción para treintañeros no para adolescentes.


Friedrich.

viernes, 18 de julio de 2008

Je est un autre.

.


El público, cuasi en éxtasis, aupaba a Don Franco al altar de los mas grandes y mientras sonaba "Centro di gravitá permanente" un joven, con una ilusión, abandonaba el patio cruzando la arquería junto a una lágrima que descendía por una de sus mejillas, la derecha

Friedrich.

miércoles, 16 de julio de 2008

No mola.

Los maleducados, las promesas incumplidas, sentirse decepcionado.


Friedrich.

martes, 15 de julio de 2008

Mola.





Friedrich.

lunes, 14 de julio de 2008

No necesitamos correctores, y se lo creen.

Diario La vanguardia del domingo 13 de julio del año 2008:

"Detenidos los padres de una niña de 6 años tras caer de un tercer piso en Badalona."

Friedrich.

viernes, 11 de julio de 2008

1900

Mi mano
una cosa con pelos
sube y baja con mi barriga.


Friedrich.

jueves, 10 de julio de 2008

Haiku pop.

La tormenta
como Dostoievesky
Construye cuando enumera.



Friedrich.

lunes, 7 de julio de 2008

Mázel tov.

La grisácea monotonía provinciana de una pequena ciudad centroeuropea de principios de siglo se perfila claramente desde la oscuridad de los tiempos: sus casas grises de una planta con los patios a los que el sol, en su lento recorrido, delimita con una clara línea divisoria en cuadrados de una luz cegadora y en unas sombras húmedas,rancias, parecidas a las tinieblas: arboledas de acacias que en primavera exhalan un olor pesado, a espeso jarabe para la tos y a caramelos para el dolor pectoral, a enfermedades infantiles; el frío esplendor barroco de la farmacia con el brillo de sus recipientes blancos de porcelana de aires góticos; el lúgubre gimnasium con el patio enlosado (los desconchados bancos pintados de verde, los columpios rotos que parecen horcas y las letrinas de madera con una mano de cal), el edificio del Ayuntamiento pintado de un amarillo isabelino, el color de las hojas marchitas y de las rosas otoñales de las romanzas que, por las tardes, toca la orquesta zíngara del Grand-Hotel.
El hijo del farmaceútico, soñaba como otros tantos niños provincianos con el feliz día en el que, a través de los gruesos cristales de sus gafas, miraría por última vez su ciudad, desde la distancia impuesta por la despedida, como a vista de pájaro, como se observa a través de la lupa las disecadas y absurdas mariposas amarillas en el álbum de los días de bachillerato: con tristeza y náuseas.
En otoño de mil novecientos veinte, montó, en la estación Este de Pest, en un vagón de primera clase del rápido Budapest-Viena; en cuanto el tren hubo iniciado la marcha, el joven volvió a saludar con la mano a su padre ( que como una mancha oscura, estaba desapareciendo a lo lejos, con su pañuelo de seda en la mano), luego se apresuró a instalarse con su bolsa de cuero en la tercera clase, junto a los jornaleros.



Friedrich.

miércoles, 2 de julio de 2008

J & V.


Es mejor ser sincero ..., y admitir que se tiene miedo.



Friedrich.

lunes, 30 de junio de 2008

No mas.

Estoy harto de tanto facebook,hi5 y tagged.com; buscaros una distracción: leeros un libro, escuchar un disco, salid de cañas o haceros fluffers, me da igual pero a mí dejar te bombardearme a invitaciones.


Friedrich.

domingo, 22 de junio de 2008

Gracias Horacio.

Dum vitant stulti vitia in contraria currunt.



Dedicado a los europarlamentarios de izquierdas.


Friedrich.

sábado, 21 de junio de 2008

Vicios.

Fallit vitium specie virtutis et umbra.


Friedrich.

viernes, 20 de junio de 2008

Yankee.

Este gentilicio surgió a mediados del siglo xviii para designar a los habitantes de la región estadounidense de Nueva Inglaterra, donde, en esa época, abundaban los colonos holandeses. Yankee proviene de Janke, un diminutivo del nombre neerlandés Jan.

Aunque esta etimología está suficientemente establecida, hay quien afirma que yankee deriva de Jan Kaas (Juan Queso, en holandés), al considerar que así es como denominaban los colonos ingleses a sus colegas de origen holandés, ya que la elaboración de queso era una de las habilidades más notorias de estos colonos.

En todo caso, el apodo se extendió muy pronto a los pobladores de los estados
del norte de los Estados Unidos. En la guerra de Secesión, que se libró en el
siglo xix, los ‘confederados’ del sur llamaban yankees a los habitantes
de todo el norte.

Fuera de los Estados Unidos, se ha hecho común el uso de yanqui para
designar a cualquier ciudadano norteamericano; probablemente debido a la falta de un gentilicio apropiado; pues ‘estadounidense’ podría perfectamente ser aplicado a los mexicanos, y ‘norteamericano’, tanto a éstos como a los canadienses.
El primer registro que se conoce en inglés de esta palabra es en la canción
Yankee Doodle, escrita por un inglés para burlarse de los colonos nativos de
los Estados Unidos. En la Revolución de 1776, los soldados de George
Washington hicieron de la canción de desdén un himno patriótico.



Friedrich.

miércoles, 18 de junio de 2008

El pasado.

Todo era fácil, nos parece ahora,
En el plástico ayer irrevocable:
Socrates que, apurada la cicuta,
Discurre sobre el alma y su camino
Mientras la muerte azul le va subiendo
Desde los pies helados; la implacable
Espada que retumba en la balanza;
Roma que impone el numeroso hexàmetro
al obstinado mármol de esa lengua
que manejamos hoy, despedazada;
los piratas de Hengist que atraviesan
en la noche propicia a la memoria,
Las letras y los dioses de Germanía;
El joven Schopenhauer, que descubreEl plano general del universo;
Whitman, que en una redacción de BrooklYn,
Entre el olor a tinta y a trabajo,
Toma y no dice a nadie la infinita
Resolución de ser todos los hombres
Y de escribir un libro que sea todos;
Arredondo, que mata a Idiarte Borda
En la mañana de Montevideo
Y se da a la justicia, declarando
Que ha obrado solo y que no tiene cómplices;
El soldado que muere en Normandìa,
El soldado que muere en Galilea.

Esas cosas pudieron no haber sido.
Casi no fueron. Las imaginamos
en un fatal ayer inevitable.
No hay otro tiempo que el ahora, este ápice
del ya sera y del fue, de aquel instante
en que la gota cae en la clepsidra.
El ilusorio ayer es un recinto
de figuras inmóviles de cera
o de reminiscencias literarias
que el tiempo ira perdiendo en sus espejos.
Erico el Rojo, Carlos Doce, Breno
y esa tarde inasible que fue tuya
son en su eternidad, no en la memoria.


Friedich.

De una vez.

Necesito volver a perder la cabeza, y dejar de ser un automata, porque es lo normal.
Y que el puto tetrazepam haga efecto.


Friedrich.

domingo, 15 de junio de 2008

No te rindas.

No te rindas, aún estás a tiempo

de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras,

enterrar tus miedos,

liberar el lastre,

retomar el vuelo.


No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros,

y destapar el cielo.



No te rindas, por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se esconda,

y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma

aún hay vida en tus sueños.



Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo

porque lo has querido y porque te quiero

porque existe el vino y el amor, es cierto.

porque no hay heridas que no cure el tiempo.



Abrir las puertas,

quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron,

vivir la vida y aceptar el reto,

recuperar la risa,

ensayar un canto,

bajar la guardia y extender las manos

desplegar las alas

e intentar de nuevo,

celebrar la vida y retomar los cielos.



No te rindas, por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se ponga y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma,

aún hay vida en tus sueños

porque cada día es un comienzo nuevo,

porque esta es la hora y el mejor momento.

porque no estás solo, porque yo te quiero.




Friedrich.

sábado, 14 de junio de 2008

Como un replicante de ojos azules.

Tetrazepam, celulosa microcristalina, almidón pregelatinizado, esterato magnésico, copovidona



Friedrich.

miércoles, 11 de junio de 2008

ERSP

Cuando el río sueno, piedras lleva.


Friedrich.

viernes, 6 de junio de 2008

Es muy feo.

Que duro es un parto, llevar durante meses dentro de ti a un hijo y ver como sale corriendo a otro planeta, es muy feo.


Friedrich.

domingo, 1 de junio de 2008

Progresistas.

Las causas del sufrimiento humano son en gran medida conquistables mediante el esfuerzo y el trabajo; y aunque su eliminación será lenta y una larga sucesión de generaciones habrá de perecer en la brecha antes de que se complete esa conquista se puede hacer fácilmente


Friedrich.

sábado, 31 de mayo de 2008

Sin comentarios.





Friedrich.

jueves, 29 de mayo de 2008

Romans just wanna have fun.



spargimento di sangue.


Friedrich.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Girls just wanna have fun.



Hygge.


Friedrich.

sábado, 24 de mayo de 2008

En una sombrerera te llevo junto a mi.

Si, es mi palabra favorita en el mundo entero.


Friedrich.

jueves, 15 de mayo de 2008

Oxímoron.

La palabra oxímoron es ella misma, etimológicamente, un oxímoron, es decir, una figura de lenguaje consistente en el empleo, en una misma expresión, de palabras de significado opuesto, tales como "silencio estruendoso", "cálido frío" o "agudamente tonto". Oxímoro está formada por las palabras griegas oxys "agudo", "aguzado" y morós "estúpido".


Friedrich.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Quiero bailar.

Fue lo que se dice un artista y creo
que, nunca hubo un grata más suave y tranquilo
qué mano de seda tenía pa'l pungueo
ya fuera de shuca, sotana o de grilo...

Fue mi gran amigo espianta-cartera
que al darle confianza se pasó de rana
me espiantó la nami, trompa de una timba,
y encima de ortiva me batió la cana.

Y en Devoto entre tentis refundido
el garrón que me diste me lo como
y al final te estoy agradecido
por piantarme esa nami que era un plomo.

Te debo un vuelto, acaso una bicoca,
para saldar la deuda, gran berreta,
y te prometo, por lo que a mi me toca,
que apenas salga, chau
ya sos boleta.


Friedrich.

martes, 13 de mayo de 2008

La espera, el trigo y los ritos.

[...] -Mi vida es monótona: cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen. Por eso me aburro un poco. Pero si tú me domesticas, mi vida se iluminará. Conoceré un ruido de pasos diferente a los otros. Los otros pasos harán que me oculte, los tuyos me llamarán como una música. Y, además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan; para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me sugieren nada. Eso es triste. Pero tú tienes los cabellos dorados. ¡Será maravilloso si mme domesticas! El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y amaré el ruido del viento enh el trigo...
El zorro calló y miro por largo tiempo al principito:
-¡Por favor, domestícame! -dijo

-Bien quisiera -le contestó el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y muchas cosas que conocer.
-Solo se concen aquellas cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los vendedores. Pero como no existen vendedores amigos, los hombres no tienen amigos. Si quieres tener un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.
-Hay que ser paciente -respondió el zorro-. Primero te sentarás en la hierba un poco lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poc mas cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
-Hubiese sido mejor que volvieses a la misma hora -dijo el zorro-. Si, por ejemplo vienes a las cuatro de la tarde, desde las tres me sentiré mas contento. A las cuatro ya comenzaré a agitarme y a inquietarme: ¡conoceré el precio de la felicidad! Pero si llegas a cualquier hora, jamás sabré cuándo preparar el corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -preguntó el principito.
-Esto es algo que también ha sido olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente a otro día.


Friedrich.


PS. Me pondré tacones.

domingo, 11 de mayo de 2008

Esto es arte y debería estar en un museo como la mejor instalación del 2007.



Algunos dirán que es un hortera pero yo pienso que tiene un sentido estético cuando menos genial.

Friedrich.

Es feo.

Me gusta oírte roncar y que haya pelo en el aseo,
esperarte en el portal las noches de invierno.
Me gusta ir a cenar a tu casa en año nuevo,
bromear con tu papá, poder llamarle suegro.

Y que te vayas con otros que no hacen ni la mitad por ti,
es feo.
Y que te acuestes con otros que no hacen ni la mitad por ti,
es muy feo.

Prefiero irte a buscar a que vuelvas sola en metro,
y besarte al despertar sin que importe tu aliento.
He conseguido ser un tipo de lo más honrado,
puedes quedarte con el bebé, olvida el abogado.

Y que te vayas con otros que no hacen ni la mitad por ti,
es feo.
Y que te acuestes con otros que no hacen ni la mitad por ti,
es muy feo.



Friedrich.

martes, 6 de mayo de 2008

Mi rosa.

[...]
- Vosotras no sois exactamente iguales a mi rosa, no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado ni vosotras habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro, que no era mas que un zorro, que no era mas que un zorro semejante a otros cien mil zorros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
las rosas se sintieron bien disgustadas.
-Sois hermosas, pero estáis vacías -insistió-. No se puede morir por vosotras. Seguro que un viadante cualquiera os creería igual a mi rosa, pero ella es mas importante que todas vosotras, porque yo la he regado, porque la protegí contra el frío con mi campana de vidrio, porque la resguardé contra el viento con el biombo, porque le maté los gusanos (excepto dos o tres para las mariposas). Porque he escuchado sus lamentos y a veces cómo se envanecía y hasta como se callaba. Porque es mi rosa.
Y volviéndose hacia el zorro:
-Adiós -le dijo.
-Adiós -le contesto el zorro-. Este es mi secreto, es muy sencillo: solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito para recordarlo.
-El tiempo que perdiste con tu rosa es lo que la hace tan importante.
-El tiempo que perdí con mi rosa -repitió el principito a fin de recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes de olvidarla. Te haces responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.


Friedrich.

lunes, 5 de mayo de 2008

Del cachidiablo, académico de la argamasilla.

Aqui yace el caballero
bien molido y mal andante
A quien llevo Rocinante
Por uno y otro sendero.

Sancho Panza el majadero
yace tambien junto a èl,
escudero el más fiel
que vio el trato de escudero.


Friedrich.

miércoles, 30 de abril de 2008

Dioses.

Los etíopes afirman que sus dioses son chatos y negros,
y los tracios, que ojizarcos y rubicundos son los suyos.
Pero es que si los bueyes, caballos y leones pudieran tener manos,
pintar con esas manos y realizar obras de arte, como los hombres,
los caballos, parejas a caballos, y los bueyes, a bueyes
pintarían las figuras de sus dioses; y harían sus cuerpos
a semejanza precisa del porte que tiene cada uno.

Jenófanes de Colofón, en Fragmentos presocráticos.


Friedrich.

lunes, 28 de abril de 2008

La rosa o la vida.

Pero ocurrió que el principito, después de haber caminado mucho a través de las arenas, rocas y nieve, al fin descubrió un camino. Y los caminos conducen adonde están los hombres.
-Buenos días -dijo.
Era un jardín cuajado de rosas.
El principito las miró. Todas se parecíasn a su flor.
-¿Quiénes sois? -les preguntó asombrado.
-Somos rosas -respondieron.
-¡Ah! -exclamó el principio.
Y si sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que ella era la única de su especie en el universo. ¿Y ahora resultaba que había cinco mil parecidas a la suya en un solo jardín!
"Se sentiría avergonzada -se dijo- si viera todo esto... tosería mucho y simularía que se encontraba muy mal para escapar al rdículo. Y yo me vería obligado a aparentar que la cuidaba, pues si no lo hacía, para humillarme también, mi flor se dejaría verdaderamente morir"...
Continuó diciéndose: "Me creía rico con una única flor, y solo poseo una rosa ordinaria. Esta rosa y mis tres volcanes que me llegan a la rodilla, uno de los cuales probablemente esté apagado para siempre, no son suficientes para hacer de mi un gran príncipe"... Tendido sobre la hierba, lloró.


Friedrich.

viernes, 25 de abril de 2008

Corre.

Toda la belleza tropical, el ritmo, los bailes,
la frescura del mar y el sentir de nuestra gente...
nuestro Caribe Llegará a través de la pantalla de...

...un lugar donde la ilusiones pueden
hacerse realidad!!

Una experiencia refrescante que sacudirá tus sentidos.

... el oasis visual que día a día escojo para
mí y mis seres queridos.

Somos el pasaporte que transporta a los televidentes a un
mundo colorido, alegre, refrescante y deseado, creando un
ambiente exclusivo como marco para nuestra audiencia disfrutar
el mejor entretenimiento en la TV.

Mas que entretenimiento, es un estado de ánimo, es un lugar donde
las ilusiones se pueden sentir y vivir... convierte cada
televisor que toca en un oasis de imágenes que son el pasaporte de los
televidentes a una experiencia refrescante tanto visual como auditiva.

Friedrich.

jueves, 24 de abril de 2008

Mar el poder del mar.

Dices que vengo, que voy
Que siento, que escucho, que pertenezco
Que sirvo para mucho
Que me estremezco
Que mi mirada es limpia, suave brisa
Que sientes el deseo de tenerme cerca
Que te distancias, por miedo a perderme
Que el barrio es mas hermoso
desde que apareci
Que soy la flor, que alumbra el jardin
El viento que se lleva a la senora luna
para que luzca el sol
Mi amor
Hoy solo quiero decir
Siento lo mismo por ti
El mismo sentimiento por ti

Que si
Que si
Que bien
Que me encanta escucharte
Adoro sentirte
verte moverte
Y sorprenderte de pronto
haciendote cosquillas en las rodillas
Que si
Que si
Que bien
Que me encanta escucharte
Adoro sentirte
El barrio es mas hermoso
desde que apareciste
Que hoy luce el sol en mi corazon
Mi niña mi amor mi rayo de luz
El camino que lleva a tu casa
es mi alegria
La primavera ha llegado a la ciudad
Y no sabes lo bien que me sienta, mama
Los dias tranquilos, transcurren serenos
Tus pasos los mios, peinando el sendero
Quien dijo que los muertos
no iban a resucitar?
Hoy llego mas puro que el agua mineral
Tu cara, tu casa
tu ojos sonriendo en mi cara
La brisa, la manana, el sol por la ventana
La calma, caricias, tu respiracion
Resuenan campanas desde el comedor
Las nubes, en el cielo, y pasa un avion
dibuja una linea blanca, algodon
tu almohada, tus ojos, tu mirada
Estoy en tu casa, ador tu casa
Pas un avion, traza una linea
ahora de plata
De plata, la medlla de subcampeon
Hoy gana, tus ganas, ganamos los dos
Estonosepara.


Friedrich.

miércoles, 23 de abril de 2008

Hoy.

Quise o no quise
pero a veces me quisieron.


No puedo darte la espalda aunque esté muy decepcionado, tú nunca me has fallado.


Friedrich.


P.S. Canning.

martes, 22 de abril de 2008

La esperanza de un mundo mejor.

No lo hago por el bien de los demás, lo hago por honestidad y eso me da miedo.


Friedrich.

jueves, 17 de abril de 2008

Os/as.

Quién escribe en diez palabras lo que se puede escribir en dos es capaz de matar a su padre.


Friedrich.

martes, 15 de abril de 2008

Aquí y en otros cuerpos celestes.

¿No es, señor, graciosísimo donaire
que por cuatro renglones mal compuestos
se haga un hombre un odre, un papo de aire?


Friedrich.

Nueva antología de hoy.

Y aunque sea primavera tampoco padezco de astenia.


Friedrich.

lunes, 14 de abril de 2008

Nueva antología de mañana.

No soy un lagarto aunque sea abril.


Friedrich.

domingo, 13 de abril de 2008

Antología de hoy.

Tiéndete, hazme caso, bajo algún
alegre árbol.
Bien nutrido, con barbas de musgo
y vestido de verano.
Tu doloroso sueño,
¿No ha huido con tu sueño
de belleza?
Tiéndete, hazme caso, cantor por
la salud vencido.
Bajo cualquier árbol sin música
ni pensamiento.
Sueña en el vacío de la
malgastada nostalgia.
Y sonríe sin rencor a lo que
te ha abandonado.


Friedrich.

miércoles, 9 de abril de 2008

Enhorabuena.

40 años tres días y un sinfín de gin-tonics después:



Sigues siendo muy grande.




Friedrich.

Envidia.

Correctores vs. periodistas

La corrección es algo tan importante para este diario que, tal vez por ese motivo, se ha contratado a siete personas para que todos los días lean el periódico completo y detecten los errores, gramaticales y ortográficos, con que un redactor los ha querido impresionar. Su trabajo siempre los pone muy cerca de lo insólito. Un día, por ejemplo, Belén, una de las correctoras, detectó algo
extraordinario. Tomó un texto en sus manos y se vio frente a un “milágro”, muy enfático y con un original acento. Belén, la mujer del nombre bíblico, nunca
estuvo tan cerca de uno de esos simples milagros con acento invisible que están en las Escrituras. En todo caso, a lo largo de su trabajo Belén se ha
topado no sólo con algún “milágro”, sino también con artículos que fallidamente intentan destacar por su “brillantés”, como escribió algún innovador.
Belén lee todo lo escrito por los redactores y ha descubierto muchas manías. Ha descubierto que la palabra que más escriben los periodistas de este diario
es “coyuntura”. Ha descubierto, además, que abunda la palabra “cool” o la palabra “mercadeo”. Que el director Lanata cada vez que inicia un párrafo pone un guión. Que todos los días hay titulares con títulos de discos o de novelas. Que un día un titular decía en una página: “A comprar, que el mundo se va a acabar”, y unas páginas más adelante, otro decía: “A barrer, que el mundo se va a acabar”. Que las bajadas, dice, casi no tienen verbos. Que hay un exceso de dos puntos. Que la sección Internacional no suele tener errores. Que la tapa que más la emocionó era un adverbio: “Humildemente”. Y ha detectado que, con tanta norma que los correctores deben imponer, ellos, la última aduana de un artículo, se han constituido en la facción menos querida por los periodistas.
La misión de este estamento policial es avisar a los redactores que tal palabra es incorrecta. Y entonces los redactores se incomodan y se inician así las batallas idiomáticas más sangrientas que hay en un periódico.
En este caso, el campo de batalla lo constituyen las páginas de Crítica de la Argentina, en las cuales los correctores y los periodistas se enfrentan en cada
artículo, en cada bajada y hasta se muestran los dientes por tres puntos suspensivos. Los correctores, entonces, se convierten en siete espadachines que, a la menor provocación, desenvainan el diccionario de la Real Academia Española.
“¿Usted tiene miedo, Belén?”, pregunta Bamba.“Para nada”, dice con valentía esta mujer que, con peligro evidente, debe cruzar toda la redacción para
sentarse en su escritorio. Al parecer, lo hace con gusto. Es que Belén se ha enamorado tanto del idioma que no podemos descartar que tenga un romance con la letra B, una de sus preferidas, o con el punto y coma. A Belén le enloquece el punto y coma; también respeta mucho a la letra H. Y cuando baja la mirada, Bamba detecta que es porque se deprime al hablar de la letra V, con la cual tiene no tiene gran onda.
Algunos piensan que los correctores son escritores frustrados y los correctores piensan que los periodistas son escritores frustrados. La pelea es terrible. Unos
lanzan un texto con una coma partiendo la oración, y el otro se lo corrige porque no aceptará esa provocación entre sujeto y predicado. Desde aquí, Bamba, magnánimo, lanza un mensaje de paz. Cada cual a lo suyo, invoca. Aunque no será irreal pensar que, cuando Belén corrija estos párrafos, surja una nueva pelea después de este punto final.

Artículo aparecido en el diario Crítica de la Argentina el jueves de 3 de abril de 2008.


Si, la envidia que tengo a esa redacción es tan grande como un "milágro".


Friedrich.

martes, 8 de abril de 2008

Y es que estamos en abril.

A la puerta del rezador no pongas tu trigo al sol;
y a la puerta del que no reza nada, ni trigo ni cebada.


Friedrich.

miércoles, 2 de abril de 2008

Gracias.

Gracias señora puñeta y gracias Lou Andreas sin ustedes no habría sido posible.

Friedrich.

La felicidad.

Al quinto día, y también gracia al cordero, me fue revelado por este otro secreto de la vida del principito. Con brusquedad y sin preámbulo alguno, como si se tratara de un asunto previamente meditado durante mucho tiempo, me preguntó:
-Si un cordero come arbustos, ¿comerá también flores?
-Un cordero se come todo lo que encuentra.
-¿Y hasta las flores que tienen espinas?
-Si, hasta las flores que tienen espinas.
-Entonces, ¿para qué sirven las espinas?
Reconozco que no lo sabía. Yo estaba muy ocupado intentando sacar del motor un perno demasiado ajustado. Estaba muy preocupado porque la avería me empezaba a parecer muy grave y el agua para beber ya se agotaba, porque temía lo peor.
-¿Para qué sirven las espinas?
Una vez que el principito hacía una pregunta no toleraba que se la dejar sin respuesta. Irritado por la resistencia que ofrecía el perno, le contesté cualquier cosa.
-Las espinas no tienen ninguna utilidad; son pura maldad de las flores.
-¡Oh!
Y después de un silencio me dijo como con rencor:
-¡No te creo! Las flores son inocentes y débiles, y se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas...
No le dije nada, en aquel instante me decía a mi mismo: "Si este perno se resiste todavía, lo haré saltar de un martillazo". El principito me hizo distraer nuevamente de mis reflexiones...
-¿Crees en las flores?
-No, no creo en nada. Te he contestado cualquier cosa. Para que te calles. Estoy ocupado en cosas serias.
Me miró asombrado.
-¿De cosas serias?
Me observaba con mi martillo en la mano y los dedos llenos de grasa, inclinado sobre algo que le parecía muy feo.
-¡Tú hablas como las personas mayores!
Sentí gran vergüenza. Mas implacable, añadí:
-¡Lo mezclas todo, lo confundes todo!
Se le veía irritado. Agitaba al viento sus dorados cabellos con sacudidas de la cabeza.
-Conozco un planeta donde vive un señor de color escarlata; jamás ha olido una flor, ni ha mirado a una estrella; jamás ha amado a nadie. Solo ha hecho sumas y restas. Y todo el día está diciendo como tú: ¡Soy un hombre serio, soy un hombre serio!... Esto lo llena de orgullo. Pero no es un hombre: ¡es realmente un hongo!
-¿Un qué?
-¡Un hongo!
El principito estaba pálido de cólera.
-Hace millones de años que la flores tienen espinas; hace igualmente millones de años que los corderos comen flores, a pesar de sus espinas. ¿Es qué no es cosa seria enterarse por qué las flores fabrican unas espinas que no les sirven para nada? ¿Acaso no es importante esa guerra de las flores y los corderos? ¿No es esto mucho mas importante que las sumas de un señor gordo y rojo? Y si yo conozco una flor única en el mundo, que solo existe en mi planeta; si se que un corderito puede aniquilarla sin saberlo, ¿no es esto importante?
El principito enrojeció y añadió:
-Si alguien ama a una flor de la que solo existe una en millones y millones de estrellas, es suficiente para sentirse feliz cuando mira a las estrellas. El se dice: "Mi flor está allí, en alguna parte"... Pero si el cordero se come la flor, ¡para él es como si súbitamente todas las estrellas se extinguiesen! ¿Es esto, o no es, importante?
No pudo continuar y estalló bruscamente en sollozos. La noche había caído; dejé mis herramientas y el martillo. El perno, la sed, la muerte no me importaban ya un ardite
¡En una estrella, en un planeta, en el mío la Tierra, había un principito a quien era necesario consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí mientras le decía:
-Esa flor que amas no corre ningún peligro... Dibujaré un bozal para tu cordero y una protección para tu flor... Di...
No sabía como consolarlo, qé decirle. No sabía cómo lograr que de nuevo tuviera confianza en mi. Me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lagrimas!...



Friedrich.

martes, 1 de abril de 2008

Esa.

Por cometer un desliz,
se casó Félix La Rota.
La rota no fue feliz,
pero fue feliz La Rota.

Friedrich.

lunes, 31 de marzo de 2008

Marte.

aparente.

(Del latín, appārens, -entis, participio activo de apparēre, aparecer).

1. adj. Que parece y no es.

2. adj. Conveniente, oportuno, adecuado. Esto es aparente para el caso.

3. adj. Que aparece y se muestra a la vista.

4. adj. Que tiene tal o cual aspecto o apariencia.

5. adj. coloq. Vistoso, de buena apariencia.


Lo eres o no lo eres, pero la verdadera pregunta es si quieres serlo como lo es un punto y coma en un libro de autoayuda.

Friedrich.

domingo, 30 de marzo de 2008

Poema de los dones.

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán.En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá
dado los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido mundo
que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.


Yo también soy verde y húmedo.


Friedrich.

Otro poema de los dones.

Gracias quiero dar al divino
Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas
Que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar
Con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor que nos deja ver a los otros
Como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer,
Que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa
Que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura
Arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
De una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Schwedenborg,
Que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales
Que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbría,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemosç
Y un epitafio de los vikingos
,Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído:
Gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba,
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez,
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre,
Que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines
O en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
Por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte,
Esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.


A ti maestro por estas tardes tan ... tú.


Friedrich.