jueves, 29 de marzo de 2007

Belleza.

En el diálogo titulado El gran Hippias, Platón formuló ya muchas de las cuestiones que se han suscitado luego, en estética y en filosofía general, acerca de la naturaleza de lo bello (de la belleza) y acerca de las posiciones fundamentales que pueden adoptarse con repecto a tal naturaleza. En dicho diálogo, Sócrates mantiene la actitud racionalista y absolutista, Hippias, la actitud empirista y relativista. He aquí las etapas principales recorridas en el curso del detalle.
Se trata de saber qué es la belleza, la cual -se supone- hace que las cosas sean bellas. A esta custión Hippias responde mediante definiciones ostensivas: señalando qué cosas son, a su entender, bellas. La belleza se reduce, pues, a lo que es bello. Por ejemplo: lo bello es una muchacha hermosa. A ello responde Sócrates, que hay otras cosas bellas (por ejemplo, un caballo hermoso); además hay diversas realidades no sensibles que pueden ser calificadas de bellas (leyes, acciones, almas etc..). Para no perderse en este mar de substancias bellas es menester, pues, precisar qué cosas son completamente bellas y referirse exclusivamente a ellas en todo análisis de la naturaleza de la belleza. Ahora bien, tan pronto como se inicia esta nueva vía, se descubre que todas las respuestas concretas dadas son defectuosas o insuficientes. Las repuestas dadas por Hippias son, en efecto, de la siguienteníndole: lo bello es el oro; lo bello es lo que conviene; lo bello es lo aparece bello; lo bello es lo que conviene; lo bello es lo útil; lo bello es lo ventajoso; lo bello es lo grato... Sócrates (esto es, Platón) no puede aceptar ninguna de ellas. Por ejemplo, que algo parezca hermoso no quire decir que sea hermoso. Hippias pudo decir que lo bello es lo que parece bello, porque para él el ser y la apariencia son la misma cosa. Pero Sócrates-Platón mantienen que si tal equiparación podría ser aceptada para el reino de lo sensivble, no es admisible para el reino de lo no sensible: una institución puede parecer bella y no serlo. De ahí la conclusión: "Si la aparencia es lo que hace las cosas bellas, entonces es la belleza que estamos buscando; si la aparencia da sólo la aparencia de belleza a las cosas, entonces no es la belleza que buscamos", Lo bello no es , en suma identico al predicado "lo bello"; en rigor, no es un predicado, sino una realidad inteligible que hace posible toda predicación. A diferencia de Hippias, para quien lo bello es a lo sumo el nombre común que reciben todas las cosas bellas. Platón mantiene que lo bello es lo que hace que haya cosas bellas. Lo bello es, así, para Platón independientemente en principio da la aparencia de lo bello: es una idea análoga a alas ideas de ser, de verdad y de bondad.
Aún para un "absolutista" como Platón, en efecto, no puede simplemente simplemente la verdad con la belleza. Platón advierte qe decir de algo que es y que es verdadero equivale a afirmar, en el fondo, lo mismo. En cambio, no es lo mismo exactamente decir de algo que es y que es bello. Por eso la idea de belleza posee, a partir de Paltón, ciertas propiedades que no poseen otros trancesdentales; como indica Platón en el Fedro, mientras no haya en la tierra imágenes visibles de la sabiduría, hay, en cambio, imágenes visibles de la belleza. Puede decirse que la participación de las cosas terrenales en el ser verdadero se halla doblemente alejada de éste, la participación de las mismas cosas en lo bello en sí es directa. En suma, la verdad no reluce en las cosas terrenales, en tanto que la belleza brilla en ellas. Ello no significa que la contemplación de la belleza sea una operación sensible. En el Filebo, Platón llega a la conclusión de que lo que llamamos belleza sensible debe consistir en pura forma: líneas, puntos, medida, simetría, y hasta "coloros puros" son, según el filósofo, los elementos con los cuales está hecho lo bello que contemplanos. A ello se añade, según apunta en las Leyes, la armonía y el ritmo en lo que toca a la música y las buenas acciones en lo que toca a la vida social. Por lo demás, aunque haya siempre la mentada diferencia entre el ser verdadero y el ser bello, no se puede negar que el segundo conduce al primero: la famosa "escalera de la belleza" de que habla Platón en el Banquete es la expresión metafórica ( o mística ) de esta concepción de lo bello que lo convierte en el "acceso ala ser.


Friedrich.

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