lunes, 19 de febrero de 2007

Lou Andreas Salome.


Resulta interesante como siglo XX se encargó definitivamente de destruir el mito de la mujer “musa” del siglo XIX para plantearnos la delineada y oscura figura del arquetipo de la mujer “fatal”, aunque, bien es cierto, que del personaje de Lilith -representada tantas veces mitológicamente en la pintura-, a la Lulu de Alban Berg en la música, o el ángel azul de Heinrich Mann en el cine hay todo un larguísimo trayecto por explorar. Desgraciadamente, lo primero en lo que se piensa no es en ellas o en sus obras sino en tal relación amorosa con tal o cual celebridad, es decir: o se las considera amantes “incomprendidas” o se las destaca por una determinada capacidad especifica -un gran talento por desarrollar- que quedó destruido por la figura del genio con quien tuvo la oportunidad de compartir su vida. De este modo se intenta comprender toda su verdadera relación intelectual únicamente desde un punto de vista secundario como si toda su potencialidad artística o creadora hubiera quedado de algún modo anulado en la historia misma. Podemos creer que, al final, Teseo sale gloriosamente del laberinto habiendo matado al terrible minotauro aunque desplazando para siempre de la mitología el hilo conductor de su hazaña: la propia Ariadna. Del mismo modo acaba sucediendo con la bellísima Helena en relación a Troya, se olvida su belleza -supuestamente en este caso, motor de la épica-, quedando así olvidada en el mar de los tiempos.

Este nunca sera tu caso,queridísima Lou Andreas.

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