martes, 8 de mayo de 2007

El hombre.

Un grupo de puercos espines se apiñaron densamente un frío día de invierno para obtener calor y salvarse de morir congelados. Muy pronto, sin embargo, sintieron las púas recíprocas, lo que les obligó a separarse de nuevo. Cada vez que la necesidad de calentarse los reunía, volvía a presentarse a aquel otro incoveniente, por lo que siempre se veían arrastrados entre uno y otro tipo de sufrimiento, hasta que finalmente encontraron una moderada distancia entre ellos que les permitía soportar su situación. Así, la necesidad de vivir en sociedad, nacida del vacio y de la monotonía del yo interior, atrae a los seres humanos los unos hacia a los otros; pero sus numerosos rasgos desagradables y errores imperdonables vuelven a separarlos. La distancia intermedia, viene dada por la amabilidad y las buenas costumbres . A aquel que no guarda la distancia se le advierte en Inglaterra: Keep your distance! Es cierto que esa distancia satisface sólo a medias la necesidad de obtener calor recíproco; pero al menos evita que se sienta el dolor de las púas. Quien disponga, sin embargo, de suficiente calor interno hará bien en mantenerse alejado de la sociedad, para así no molestar ni ser molestado.


Friedrich.


PS. Los llamados seres humanos, con escasas excepciones, no son otra cosa que sopas con arsénico.

No hay comentarios: